A los cacos les gustan los bares

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Félix Pérez está harto. Los pequeños hurtos suponen en su cuenta de resultados entre el 1,5% y el 2% de su caja anual. Un mal, el de los enemigos de lo ajeno, que afecta sobre todo al comercio del día a día y se ceba especialmente en el sector de la restauración.

Cada cinco minutos se produce un robo en un bar y cada doce, en hoteles y restaurantes. Un butrón que cuesta diariamente 38.500 euros a los primeros y 21.000 euros a los segundos. Algo que en términos anuales suma la friolera de 21,6 millones de euros en pérdidas, según los últimos datos publicados por la patronal de los seguros Unespa en 2014.

En ese periodo, el número total de siniestros en el comercio ascendió a 374.117 y costó al sector cerca de 74 millones de euros. De ellos, algo más del 19% (14,06 millones de euros) se concentró en cervecerías y sitios de tapas, ocupando la primera posición en el ranking de los negocios preferidos por los ladrones. Le siguen sus hermanos mayores de la restauración y el grupo integrado por papelerías, estancos y loterías, ambos cercanos al 10%, (7,65 y 7,097 millones, respectivamente).

La razón de que el hostelero se haya convertido en el principal objeto de deseo entre los cacos se debe a que “acumulan más flujo de efectivo y es más fácil acceder a la caja”, explica Israel Casaseca, director comercial de Prosegur. Eso, sumado a que “son locales abiertos y mucho más expuestos, con mucho trasiego de gente”.

Menos de la mitad de los pequeños comerciantes se muestran preocupados por los robos de efectivo y mercancías

Pese a que, según el Ministerio del Interior, tanto el número de delitos y faltas como el de hurtos se redujeron un 4,3% y un 1,3%, respectivamente, durante el primer semestre del año, este verano las alarmas saltaron un 3,6% más en los negocios. Así lo constata Nina Llordachs, directora del área de negocios de Securitas Direct. No obstante, “este dato no implica que todo sean robos. Los equipos de seguridad tienen más facilidad para detectar un intento de intrusión y eso hace que aumenten las incidencias en la central receptora”.

Nueve de cada diez comerciantes tomaría alguna medida para aumentar la seguridad en España, recoge el estudio nacional sobre las pymes elaborado por Securitas. Dato que contrasta con el tan solo 61% que cuenta con un sistema de alarma y el 40% que tiene instalado un sistema de videovigilancia.

Es el caso de Metro Cúbico. Esta pyme del sector de la logística dispone de cuatro naves en la localidad madrileña de Loeches, entre las que se reparten un total de 17 cámaras. Tras haber sufrido tres intentos y un robo, “optamos por comprar el sistema”, cuenta Roberto Meneses, propietario de la compañía. Para ello han invertido un total de 40.000 euros. La diferencia con los equipos que ofrecen las firmas privadas es que “tenemos acceso directo a las imágenes las 24 horas del día”.

Las cifras

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21,6 millones de euros al año es el coste atribuible a robos que tuvieron que soportar bares, restaurantes y hoteles, según el último informe de la patronal de seguros Unespa.

2,21% de la facturación supo-nen de media la delincuencia y el hurto para el sector de la distribución y el comercio minorista. En términos interanuales, la cifra aumentó apenas 0,59 puntos.

61% de los pequeños comercios cuenta con sistema de alarma y el 40%, con cámaras de videovigilancia, cifra varios puntos por debajo de la de los indicadores de preocupación de seguridad.

1,37% de las ventas destinó el sector del comercio minorista a prevención de pérdidas, según el barómetro del hurto. El gasto supera el promedio europeo en un 1,07% y el mundial en un 1,19%.

En su opinión, atarse a cualquier empresa de seguridad es “pagar para nada. A la larga, a una pequeña no le sale rentable pagar todos los meses 35 o 40 euros por que vaya una persona que no puede hacer nada hasta que llega la policía”. Y eso amén “de las limitaciones a la hora de recopilar la documentación para reclamar al seguro”.

 

  • Sin amparo legal

La misma visión es compartida por el empresario gallego Félix Pérez, quien posee con un total de cinco tiendas multiprecio. “He decidido quitar las alarmas por inoperancia”. En su caso, además, el gran “estropicio” son los pequeños hurtos que se producen a diario. “El problema es que estamos desamparados ante la ley”.

No le falta razón, ya que hasta la entrada en vigor de la reforma del Código Penal, en abril de 2014, robar por un importe inferior a 400 euros salía gratis. Para minimizar el impacto de este tipo de robos muchos comercios recurren a los dispositivos antihurto. “Lo más demandado son losarcos de seguridad y las etiquetas adhesivas”, detalla David Pérez del Pino, director general de Checkpoint, especializada en el desarrollo de sistemas de prevención y seguridad para el comercio.

Además de los sistemas tradicionales, la fiebre de las aplicaciones móviles también ha llegado al sector de la seguridad. De hecho, la compañía que lidera Pérez del Pino cuenta en el mercado con un dispositivo que permite, a través del móvil, estar al tanto y en tiempo real de lo que ocurre dentro del comercio.

Tecnología aparte, “hay mucho camino por recorrer”, puntualiza Llordachs. Y es que asombra que tan solo la mitad de los encuestados se muestra intranquilo por sufrir robos de efectivo o mercancías.

A este respecto, el director comercial de Prosegur pone el énfasis en que el pequeño comercio “debe apoyarse en la tecnología para proteger su negocio”. Y es en esta línea en la que se está trabajando también desde las principales empresas de seguridad.

El aumento de la ciberdelincuencia es otro de los retos para la seguridad. Por ello, “las nuevas propuestas han de ser cada vez más innovadoras, pero sin perder un ápice de fiabilidad”, insiste Casaseca.

El misterio de la pérdida desconocida

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Vista de un arco de seguridad de Checkpoint. /

Llegan las Navidades y los cacos disfrutan de su segundo agosto del año. “El incremento del consumo y la acumulación de mercancías y efectivo hace que la siniestralidad se dispare”, refiere Israel Casaseca. Sin embargo, detrás de los grandes robos se encuentra el misterio de la pérdida desconocida.

Del Barómetro Mundial del Hurto 2014-2015 en la distribución se extrae que este tipo de incidencia costó 2.958 millones de euros al sector minorista. Cifra un 0,10% superior a la media mundial y un 0,28% más que la europea. A esta particular partida de pérdidas se atribuyen, además del hurto, todas aquellas mercancías que desaparecen por problemas en la distribución, errores de inventario, etc., y que suponen en torno al 25% del total cuantificado.

Otro de los quebraderos de cabeza para los pequeños comerciantes son las sisas de sus propios empleados. Según dicho informe, representan el 18% del total, siendo así las segundas que más agujero generan. Las tiendas de ropa se encuentran entre los establecimientos en los que más pérdidas desconocidas se producen. Le siguen perfumerías, joyerías y tiendas de bricolaje y jardinería.

Donde han aumentado es en los establecimientos dedicados a la venta de productos electrónicos. Telefonía móvil y accesorios son un caramelo para unos ladrones que después adoptan el papel de reventas.

En tanto, el sector del transporte es uno de los grandes olvidados en cuanto a robos. “No olvidemos que la mayor parte de quienes trabajamos en la industria somos autónomos”, declara Jorge Serrano, transportista y responsable de la sectorial de transporte de la Federación Nacional de Asociaciones de Autónomos (ATA). Serrano ha vivido en sus propias carnes el robo de un camión de 10 toneladas. Una broma que le supuso más de50.000 euros en pérdidas que “no me ha cubierto el seguro”.

Cuantía a la que, en su caso, no hubo que añadir el coste de la mercancía. Entre las fechorías más frecuentes está el robo de gasoil: por ejemplo, si se trata de un camión puede llega a suponer unos 500 euros de media. La inversión en seguridad “no es viable” para estos profesionales, ya que supera los 400 euros. Por ello, “pedimos a la Administración más aparcamientos con seguridad y vigilancia en corredores y polígonos logísticos”, reclama Serrano.

 

Fuente: CincoDías.

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