Alternativas para ahorrar frente a la jubilación

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Acabamos de cerrar el mes de marzo con un nuevo récord en el pago de pensiones, realidad que se irá imponiendo sin que los que se aporta el sistema sea suficiente para cubrir nuevas jubilaciones: con poco empleo, mal pagado, y gran temporalidad, seguirá entrando en la caja de la Seguridad Social mucho menos de lo que sale. De hecho, ya se ha gastado un 38% de la “hucha” del fondo de reserva para asumir los compromisos de pago, y la única solución viable parece la construcción de un colchón complementario a través de sistemas privados de ahorro.

Las posibilidades son muchas. Por los beneficios fiscales, los planes de pensiones se han convertido en un producto recomendable —desde 2015 son rescatables a los 10 años—, aunque el tener el dinero paralizado por un largo tiempo supone una limitación importante.

Planes de pensión, liquidez a cambio de desgravación

Los planes de pensión has sido ideados para tener un complemento a la jubilación a partir de pagos periódicos durante la vida laboral. Su gran ventaja es la fiscalidad: aquellos que no hayan cumplido los 50 años pueden deducirse 8.000 euros o el 30% de sus entradas, minorando los ingresos de trabajo o por actividades profesionales. En su contra, antes de la jubilación se pueden rescatar solo por circunstancias extraordinarias como paro de larga duración después de cobrar la prestación de desempleo, invalidez o fallecimiento, o al haber transcurrido 10 años.

La opción de los seguros

Las compañías aseguradoras —y por extensión los bancos a través de sus filiales— comercializan productos alternativos que se parecen mucho a los planes de pensiones, pero algunos de ellos no tienen derecho a desgravación.

Los planes de pensión asegurados (PPA) son muy similares a los de los planes de pensiones. Hasta las coberturas son idénticas: jubilación, fallecimiento e invalidez. Incluso tienen el mismo grado de liquidez, ya que no se pueden rescatar salvo las mismas circunstancias que los planes de pensiones. Su única diferencia es que la rentabilidad está garantizada, aunque los tipos de interés no sean espectaculares.

Los planes de jubilación tienen más diferencias. Son un «seguro de vida-ahorro» que cubre diferentes contingencias: una parte, como la muerte o la invalidez, a través de una prima de seguro, y otra parte por la aportación de una renta de forma periódica. En este caso, las aportaciones no desgravan en nuestra declaración de la renta.

Valorar todas las alternativas

Hay que valorar las distintas formas de ahorro disponibles para la jubilación considerando tres variables: la liquidez, la rentabilidad y la fiscalidad. El panorama que se esboza es el siguiente:

  • Para ahorrar a largo plazo, buscando una rentabilidad más elevada (y por tanto asumiendo más riesgo), con desgravación pero sin liquidez, el producto adecuado es el plan de pensiones. Al principio, se puede optar por productos con más riesgo, como los planes de renta variable o renta variable mixta, para luego cambiar a planes de más conservadores como los de renta fija o garantizados.
  • Con los mismos objetivos de rentabilidad, pero sacrificando la desgravación a favor de la liquidez, existe la posibilidad de meter los ahorro en un fondo de inversión. En este caso no existen limitaciones a la hora de vender, pero en cada venta pagaremos una factura a Hacienda.
  • Si la idea es tener una rentabilidad garantizada, sin riesgos y con desgravación fiscal, la mejor alternativa son los planes de pensiones de la categoría “garantizados”, o los planes de previsión asegurados, que no podemos vender. Con total seguridad y con el dinero completamente disponible, están los depósitos. Como opción intermedia, sin desgravación fiscal y teniendo el dinero en un vencimiento más cercano a la pensión, el plan de jubilación es el producto ideal, teniendo en cuenta la seguridad para nuestros familiares al cubrir contingencias como la muerte o la invalidez.

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